Un hilo de luna llena acaba de tocar el campo, reflejándose en el agua, bañando los cerros, escapándose entre las ramas del monte, acompañado por la brisa suave que recorre el campo oriental. Es noche de Lobizón, nadie se aventura por el campo, solo los más bravos, los animales sienten su presencia, los perros le ladran a la criatura, que recorre la pradera, que otea el viento en busca de la presa, que se acerca lo suficiente pero que rara vez deja verse. Mitad hombre, mitad perro, mitad zorro, mitad mito, mitad cuento, más para los habitantes del campo, sobre todos los más ancianos, es el séptimo hijo varón, que maldecido por la luna, aún hoy camina bajo su resplandor.
¿QUE ES EL LOBIZÓN?, ¿DE DÓNDE NACE LA RAÍZ QUE ALIMENTA SU LEYENDA, AQUÍ EN NUESTRA AMÉRICA? ¿QUÉ SE CUENTA DEL HIJO DE LA LUNA, TAN FURTIVO, TAN MISTERIOSO?
El mito del Lobizón es tan variado y complejo desde el punto de vista histórico, que nadar en la trama de sus orígenes es difícil, sin abordar el tema a través de una investigación completa y seria. Sin embargo podemos arriesgar de antemano, que el Lobizón, nombre por el que se le conoce en nuestro país, tiene de acuerdo a los supuestos más aceptados, sus antecedentes en su homónimo europeo, el hombre lobo (Werewolf, en inglés). Pero es aquí donde debemos hacer una pausa y remarcar algo a lo que volveremos más tarde; los verdaderos “dueños” de esta tierra, los nativos de América, de nuestro Río de la Plata, ya contaban historias de seres mitad bestia, mitad hombre, por lo que decir que este mito tiene su origen en el del hombre lobo europeo, tal vez, no sea del todo correcto.
La primera historia, escrita y difundida sobre el hombre lobo o Licántropo, (del latín lycanthropus y este a su vez del <>
El lobizón se transforma, entonces, los días de luna llena, por lo general los viernes (así lo señala nuestra tradición oral). El hombre es consciente de su condición, por lo que el día indicado comenzará por sentirse mal y previendo lo que va a pasar, abandonará su hogar y buscará refugio en el monte donde su cuerpo comenzará a sufrir convulsiones. Después de arrojarse al suelo, rodar tres veces de izquierda a derecha, diciendo un credo al revés, el hombre ya no es hombre, sus ojos se tiñen de un rojo intenso, como las brasas del fogón, es ahora un “perro” grande, que despide un hedor penetrante, que vaga por el campo, que según cuentan del otro lado del Plata, tiene predilección por los gallineros, donde se alimenta de las heces de las aves o tal vez profana alguna tumba olvidada en busca de restos humanos; le gusta la carroña y le teme a las personas, sobre todo a los adultos. De tanto en tanto se alimenta de un niño no bautizado. Matar al Lobizón no es cosa fácil, solo le causa daño una bala de plata o una bendecida, también un cuchillo del mismo material. Otros aseguran que le teme a todo lo que corte o deje una marca, como botellas rotas, porque al lobizón, si se le mata, volverá a ser hombre una vez más, dejando entrever las heridas sufridas durante su antigua condición. Incluso cuentan, que si se le lastima, el hombre en cuestión desaparecerá por temor a ser reconocido.
Si conoces alguna historia o eres su protagonista, compártela, develemos juntos los secretos del Tacuarembó oculto. Deja un comentario o escribe a tacuaoculto@hotmail.com.ar
Keraná, que significa dormilona, era una bella mujer que se pasaba el día durmiendo, vivía en una tribu y era la hija de Marangatu. Tau, era un espíritu malo que se enamoró perdidamente de Keraná. Para poder estar junto a ella, se transformó en un joven e intentó raptarla. Katupyry, que era el espíritu del bien, se interpuso para defenderla. Tau y Katupyry se trabaron en lucha, durante siete días y siete noches, en la que finalmente venció Katupyry. Tau fue exiliado por Pytajova'i (diós del valor y de la guerra). En su desesperación, Tau raptó a Keraná y por esto Arasy lo maldice. Así, Taú y Keraná tuvieron siete hijos con apariencia de monstruos o fenómenos: los 7 mitos del Paraguay. Tejú Jaguá, considerado guardián de las riquezas de la tierra guaraní, se dice que es un gran lagarto con siete cabezas de perro, para algunos bueno, para otros un ser maléfico. Mbói Tu’i, con cuerpo de víbora y pico de loro, dios de los anfibios, la humedad y el rocío. Moñái, protector de los ladrones y las picardías, tiene forma de serpiente, de menos de un metro pero tan gruesa como un tronco. Jasy Jateré, hombrecito pequeño de cabellos rubios y ondulados, que vaga por el campo en horas de la siesta, raptando personas, que luego lleva a su hermano Ao ao para que se las coma. Kurupí, dios de la sexualidad, secuestraba a niñas y mujeres, usando su miembro, tan largo como un lazo y que lleva atado a su cintura. Ao ao, dios de la fecundidad, tuvo muchos hijos, por ello se trasladan en manada. Parecidos a las ovejas, pero crueles y temerarios, la única forma de salvarse de Ao ao, es, según la creencia popular, trepándose a una palmera. Por último, Luisón, séptimo y último hijo de Taú y Keraná y el más terrorífico. Señor de la muerte, vaga por los cementerios, alimentándose de cadáveres. Se cree que los martes y viernes, deja su forma humana para transformarse en un perro de apariencia lúgubre, con grandes colmillos y de un olor muy desagradable. Al llegar el día vuelve a su condición humana, aunque aparece triste, cansado y sucio. Este hombre maldecido podía adoptar varias formas animales, no solo de perro, muchas veces, por ejemplo, se le asociaba con el cerdo.
El lobizón se transforma, entonces, los días de luna llena, por lo general los viernes (así lo señala nuestra tradición oral). El hombre es consciente de su condición, por lo que el día indicado comenzará por sentirse mal y previendo lo que va a pasar, abandonará su hogar y buscará refugio en el monte donde su cuerpo comenzará a sufrir convulsiones. Después de arrojarse al suelo, rodar tres veces de izquierda a derecha, diciendo un credo al revés, el hombre ya no es hombre, sus ojos se tiñen de un rojo intenso, como las brasas del fogón, es ahora un “perro” grande, que despide un hedor penetrante, que vaga por el campo, que según cuentan del otro lado del Plata, tiene predilección por los gallineros, donde se alimenta de las heces de las aves o tal vez profana alguna tumba olvidada en busca de restos humanos; le gusta la carroña y le teme a las personas, sobre todo a los adultos. De tanto en tanto se alimenta de un niño no bautizado. Matar al Lobizón no es cosa fácil, solo le causa daño una bala de plata o una bendecida, también un cuchillo del mismo material. Otros aseguran que le teme a todo lo que corte o deje una marca, como botellas rotas, porque al lobizón, si se le mata, volverá a ser hombre una vez más, dejando entrever las heridas sufridas durante su antigua condición. Incluso cuentan, que si se le lastima, el hombre en cuestión desaparecerá por temor a ser reconocido.
En Tacuarembó, el mito está profundamente arraigado entre nuestra gente de campo y los que vivimos bajo los focos luminosos, seguro hemos estado más de una vez delante de un fogón, en una rueda de amigos, compartiendo historias del Lobizón oriental. Para nuestro paisano, de acuerdo a los relatos generalizados, el Lobizón no es muy distinto al descripto más arriba. Se aparece como un perro grande, de ojos rojos, otras veces he escuchado que le describen como un animal parecido a un zorro, otros cuentan que se parece a un cerdo grande. Me ha sorprendido el hecho de que en muchos relatos, el lobizón es descripto, independientemente de su parecido a algún animal, como portador de orejas muy grandes, las cuales agita, produciendo un sonido muy particular (también en Argentina se le describe con orejas grandes, con las cuales ahuyenta a los sabuesos). Aquí vale la pena contar algo, que recuerdo, me decía una vez la abuela de mi mujer, quién respeta tanto la historia del Lobizón, que más que respeto es un temor verdadero. Ésa vez (la única en la que hablamos del tema) Doña María me relató que trabajando en una estancia en Minas de Corrales, no hace mucho tiempo, escuchó como el Lobizón, acercándose a la estancia a la noche, “batía” las orejas frente al postigo de la ventana…”porque tiene las orejas grandes, usted sabe”, “y las batía con una fuerza…”. Poco después comenzó a cerrar puertas y ventanas (era ya tarde de una noche de verano), diciendo: …”Mire si ese bicho entra por ahí”, lo que me confirmó el respeto y temor que siente por el Lobizón . Y he aquí otra coincidencia; mi querida abuela, Doña Zulma (que ya no está), también me contó hace mucho tiempo, de su encuentro con el lobizón, mencionándome, así mismo, las enormes orejas de la bestia, y al igual que doña María, ella también sentía un gran temor y respeto, por este hombre maldito que camina nuestros campos en luna llena.
Nunca he escuchado, sin embargo, que un Lobizón matará a alguna persona, si he escuchado sobre ataques y muchas veces bastante feroces. Comúnmente, el Lobizón aparece como temeroso de los hombres, huyendo apenas les ve, siendo sus mayores enemigos los perros, quienes dotados de agudos sentidos, le sienten o le ven, cuando nosotros solo vemos sombras. Suele decirse en el campo, que cuando los perros ladran largo rato sin motivo aparente, es porque el Lobizón anda rondando. También es sabido, que hay relatos donde los perros son protagonistas de encarnizadas luchas con el Lobizón.
Concluyendo, no importa cómo le imaginemos cada uno de nosotros o que hemos escuchado de sus andanzas, lo cierto es que el Lobizón, recorre nuestros campos, amparado por la luna y que tal vez, en alguna oportunidad, en que nos aventuremos por el campo, podamos encontrarnos cara a cara. Cabe plantearnos una última pregunta, ¿acaso sus aventuras se remiten solo al campo, o la maldición se aplica también al séptimo hijo varón que vive entre casas y alumbrado público, que se escabulle por la noche, busca un reparo, tal vez algún terreno abandonado y allí surte la transformación, acechando entre las sombras, haciendo que veamos al Lobizón, como un patrimonio exclusivo, del mundo oculto del campo oriental?
Si conoces alguna historia o eres su protagonista, compártela, develemos juntos los secretos del Tacuarembó oculto. Deja un comentario o escribe a tacuaoculto@hotmail.com.ar
0 comentarios:
Publicar un comentario