¿Alguien más lo vio? Entre las 16:40 y las 17:15 del pasado viernes 16 de marzo pudo observarse una extraña luz de color blanco y que según las fuentes que aportaron la información, brillaba intensamente, haciéndose notar en un cielo con pocas nubes. De acuerdo a lo descripto, la luz, se asemejaba a una estrella, sin embargo no había otras semejantes en el firmamento. Cabe recordar que a la hora antes referida es difícil que se puedan distinguir estrellas en el cielo; ¿podría entonces haberse tratado de un avión o algo similar?. En opinión de quiénes lo vieron no podría haberse tratado de un avión o siquiera un helicóptero (de por sí estos últimos, escasas veces vistos en nuestra ciudad) ya que la luz no se movía. Luego de permanecer inmóvil durante algunos minutos habría cambiado de posición, aunque esto no pudo ser observado en el momento. Finalmente el punto luminoso comenzó a atenuarse lentamente hasta que desapareció por completo. ¿A qué se debió el extraño fenómeno?. ¿Se trató de algún evento astronómico del cuál no estábamos al tanto?. Si alguien atestiguo el evento, que nos deje sus impresiones, en último caso sería bueno intercambiar opiniones. tacuaoculto@hotmail.com.ar
lunes, 19 de marzo de 2012
jueves, 1 de diciembre de 2011
OPERACIÓN RESCATE: OVNIS EN ACHAR
Poblado Achar |
Aterrizajes, huellas reveladoras, avistamientos, posibles encubrimientos e incluso una hipotética invasión. No, nada tiene que ver con Roswell, tampoco es un libro de ciencia ficción o una producción hollywoodesca, estos son algunos de los supuestos que, cargados de abrumadora evidencia, intentan develar sucesos acontecidos en los años 70, una década especial para los uruguayos, marcada por años de tensión política y social que crearon un clima irrespirable. Sin embargo, fue también la década en la que nuestro país se vio abrumado por los tan sonados avistamientos de O.V.N.I.S., con casos polémicos como el de la estancia “La Aurora” en 1976, que trajo a nuestro país, a expertos de la N.A.S.A. Ahora, relatos menos difundidos, nos llevan a otro epicentro de la actividad O.V.N.I. Hace unos meses una colega me hizo llegar un material fotocopiado que iba acompañado de un sobre con fotos visiblemente añejas. Para mi sorpresa, después de ojear el fajo de hojas amarillentas, me encontré con el relato de fenómenos acontecidos por aquella época, en la localidad de Achar, pueblito ubicado sobre la ruta 43, a 10 km del empalme con ruta nacional N° 5, y a 50 km de San Gregorio de Polanco, Tacuarembó. Este alucinante y atrapante trabajo, describe los hallazgos y las peripecias de un grupo de vecinos de la zona y de un equipo de ufólogos argentinos que tras reencontrarse muchos años después, obtienen como recompensa, lo que podrían ser evidencias reveladoras del paso por nuestro suelo de seres extraterrestres. Agradezco a la estudiante de San Gregorio de Polanco que le hizo llegar a mi colega y ex-alumna, Daiana da Silveira, la investigación y las fotos (originales) y que a pesar de querer conservar el anonimato, aduciendo que fue su abuelo quién tuvo participación en dicha investigación, valoro muchísimo un increíble y sin dudas apasionante aporte que espero podamos seguir desentrañando. También agradezco a Daiana, que recordó en aquel momento mi pasión por estos temas, un interés que es compartido.
Por último, quiero dejarles algunos datos sobre el que fuera responsable del equipo de investigación argentino que se hizo presente en Achar, el ufólogo argentino Luis Burgos. Nacido en Buenos Aires e investigador de campo desde el año del alunizaje, 1969, preside, entre otras cosas, la FAO (Fundación Argentina de Ovnilogía). Posee, junto a su equipo de colaboradores, miles de casos estudiados y almacenados en bases de datos, siendo en definitiva un referente en la materia. Por más información sobre sus trabajos hacer click en la siguiente dirección, página oficial de la FAO: http://www.ciencia-ovni.com.ar/portada.htm
OPERACION RESCATE EN TACUAREMBO ¿UN CASO CUASI-PERFECTO?
Introducción
El incidente de marras culmina con 11 años de seguimiento investigativo. Desde aquel 1977 que viajamos por primera vez a Tacuarembó, hasta 1988 con la OPERACIÓN RESCATE. Pero semejante espera tuvo su premio, ya que los 165 gramos de restos metálicos traídos desde Uruguay, sobre un total de 4,700 kilogramos recolectados, pasan a constituirse en un RECORD ARGENTINO DE PESQUISAS (¿y del mundo?), si nos atenemos a los menos de 20 gramos recogidos del promocionado caso Ubatuba, Brasil (1957) y de otros similares…
Por Luis Burgos
Comienza la historia...
Una tarde de mayo de 1973, en momentos que llovía a mares en las cuchillas uruguayas de Pueblo Achar, pequeña localidad rural del departamento de Tacuarembó, una gran explosión, "similar a la caída de un rayo", se percibió en los alrededores de la estancia arrendada por Isidro Tito, hecho que fue acompañado por un fuerte olor "como a cable quemado…"
OVNI a la vista...
Paralelamente, varios pobladores ubicados en distintos sitios del pueblo y caminos adyacentes, ven descender "como un globo de luz rojiza" que se perdió tras las cuchillas. En completo silencio y sin maniobras extrañas, el fenómeno no presentaba una caída libre y su tamaño era apreciable...
Las evidencias físicas
A la mañana siguiente, don Isidro Tito, sale a recorrer el campo tratando a la vez de localizar la supuesta caída "del rayo de anoche". Pero grande fue la sorpresa al toparse con un extraño pozo con pedregullo que semejaba a un cráter. La formación consistía en un boquete de 50 cm. de profundidad, aún cubiertos por agua, en cuyo alrededor se levantaba un montículo de piedras que se esparcían en un diámetro de 6 metros. De sus bordes, se extendían 8 surcos de unos 30/40 cm. de ancho y 12 metros de largo. Parecía como el molde de "una rueda de un carro de caballos". La impronta de estos rayos en el terreno no pasaba el par de centímetros. Tanto en el cráter como en dichos surcos se observaba un polvillo blancuzco, similar al talco y en los alrededores, se notaba gran cantidad de pequeñas partículas "como de hierro rallado" (limaduras).
Conocido el suceso en el pueblo, el Sr. Leonel Montes de Oca junto a los vecinos Rodríguez y Fagundez, todos interesados en la problemática OVNI, empezaron a investigar la huella, comprobando que poseía un interesante campo magnético, superior al que desde ya contiene el suelo zonal, compuesto de la rojiza losa basáltica debido al hierro.
Pero salvo los curiosos lugareños, atraídos por la historia de que según Montes de Oca y su gente había un OVNI enterrado, NADIE (léase bien, NADIE) se apersonó en aquellos desolados parajes y por lo tanto, el caso fue pasando al olvido...
Huella OVNI aparecida en la localidad de Rauch (Bs.As. 17/09/60) idéntica a la de Achar |
De allí nuestra Hipótesis Decimal. Pero lo concreto es que en los primeros meses de 1976, comienzan a visualizarse en varias localidades del Departamento de Tacuarembó repetitivas manifestaciones OVNI. Así las cosas, llegan reportes de Peralta, Curtina, Arroyo del Medio, etc., que tienen su pico máximo en la segunda mitad del año, cuando una verdadera "invasión de Ovnis" se abate en la región. Pero había un epicentro. Y era Achar. Y en Achar estaba el cráter de otrora. Y en los alrededores del cráter se formaba las 100 marcas de aterrizajes... Y estas huellas eran idénticas a las de otros descensos de platillos. Circulares, ovales y hasta una herradura de 18 metros, todas con un pasto verde intenso y la siempre presencia de hongos alrededor, adornaban un paisaje atípico. A partir de ese momento, el Fenómeno se extiende y llega al Departamento de Salto, también con las mismas características. Y nace por ende, el caso La Aurora. Pero eso es otra historia... con algo de SI, con algo de NO, con algo...
Y viajamos...
Una vez establecidos los contactos con Montes de Oca y preocupados por lo que nos contaba, decidimos llegar al lugar, sea como sea...
Pero... ¿qué nos decía don Leonel en sus cartas? Avistajes todas las noches, decenas de marcas en los campos, fotografías y hasta una película obtenida que había sido "retenida" por los militares, que ya a esta altura, estaban merodeando y tapando lo que afirmaban los vecinos de ése y otros pueblos, era parte de la correspondencia recibida, amén de la visita de un arqueólogo americano (?). En fin, el caso presentaba todo lo que se puede pedir.
Y llegamos...
Y después de largas peripecias por tierras uruguayas llegamos a Pueblo Achar a principios de 1977. Mis compañeros Daniel Galatro y Omar Becerro tenían las mismas expectativas que yo. La noche era tranquila. El micro que une la ruta Tacuarembó - Montevideo paró y nos bajamos en medio de una total oscuridad. No se distinguía una luz. Minutos después observamos luces que se acercaban. Y un grito: "¿Burgos?". Era Montes de Oca y "Pinocho" Rodríguez. Avisados por la Policía del pueblo, que habían recibido la comunicación desde Tacuarembó nos habían ido a recoger. Pero lo curioso es que hacía una hora y pico, "había pasado el Ovni de todas las noches". Así de simple. Como tren que para en una estación diariamente. O quizás, mejor. De allí que estaban con los largavistas al cuello "para verlo mejor..."
Investigación In Situ
Por la mañana iniciamos las investigaciones. Decenas de testimonios de los avistajes coincidían en sus descripciones: "como una luna rojiza..."
Las huellas en los campos superaban las 100 y se constituían en un nuevo récord mundial, luego desplazado por las 150 marcas de Atalaya, Provincia de Buenos Aires, en 1985. Algunas fotos si bien no eran determinantes, resultaban interesantes. Del famoso film, "ni rastros", y aún muchos vecinos mostraban cierta reticencia para declarar. Ocurre que el paso de los militares por la zona había hecho "olvidar" algunos avistamientos OVNI...
Así las cosas, concentramos el eje del estudio en las 2 pruebas de mayor consistencia: el cráter y las huellas. Atrás quedaban ya los relatos de objetos luminosos que subían y bajaban, que aterrizaban, los OVNIS transparentes, la noche en que un sinfín de "puntos de luz, similares a luciérnagas, que emitían rayos lumínicos" invadieron el pueblo, los contactos con extraterrestres, etc., etc. En otras palabras, prácticamente ratificábamos lo que Montes de Oca nos había comentado...
El cráter
Si bien el paso de los años había deformado el pozo original, ya que no se notaban los surcos ni menos aún, polvillo y limaduras de hierro, comprobamos que el montículo de tierra conservaba su forma, inclusive con su centro de algunos centímetros de profundidad. Pero hubo dos confirmaciones significativas:
1. Las piedras del cráter, efectivamente, estaban "QUEMADAS" y se partían ante el menor esfuerzo, contrastando con el pedregullo del exterior, totalmente consistente, de gran dureza, propio del hierro de las cuchillas uruguayas.
2. En el centro del pozo la brújula se desviaba 40º al Este, o sea, aún tenía magnetismo.
Estos dos puntos, sumado a los continuos avistajes zonales y la concentración de marcas en la superficie nos daban pie de que "algo" podría estar enterrado y que ese "algo" también era preocupación de los OVNIS que revoloteaban desde hacía varios meses. Ocurre que la huella original era tan elocuente que invalidaba de hecho, la caída de un rayo (generalmente produce una V en el terreno), la caída de un resto satelitario (produce surco o hundimiento) y la caída a tierra de un meteorito (tal vez, lo más parecido, pues produce una especie de cráter o pozo). ¿Pero qué elemento produce una marca con 8 rayos de 12 metros cada uno, quema las piedras, libera un polvillo y limaduras, y magnetiza la superficie?
Las huellas
Del CENTENAR, la herradura de 18 metros de diámetro resulta la más jugosa. Al igual que todas, verde resaltante, de un espesor de 30 cm. y con hongos en derredor (los famosos Calvatia Lilacina), se levantaba con su abertura central desde una cuchilla, días después que desde una finca de las proximidades vieran posarse "una gran luminosidad..."
Pero animales e insectos zonales nos confirmaban la presencia anómala. Según don Isidro Tito, el ganado prefería más el pasto de la huella que el del resto del campo. Y este hecho lo comprobamos, incluso, en otros casos de descensos donde las liebres se comen dicho pasto... y de paso lo mantienen cortito. ¿Cómo sabemos eso? Por la notable cantidad de excrementos que encontramos en las marcas, que disminuye en los alrededores.
También, otro fenómeno nos llamó la atención: un hormiguero había quedado dentro de uno de los bordes de la huella, pero dividido con una mitad en el borde y la otra, afuera. Ahora bien, las hormigas que vivían en la parte externa, abandonaron las celdillas y se fueron a las de la parte afectada. Con sólo observar el hormiguero se distinguía perfectamente la distinta coloración de la tierra.
Y nos volvimos
Con material para el análisis (tierra, piedras del cráter, hongos, etc.) y una suposición que cada vez se acercaba más a la realidad: "algo" había enterrado. Por ello, alentamos a Don Leonel y su gente, a que una vez conseguido los elementos de labranza necesarios, se dispongan a cavar el pozo... Sólo faltaba una muestra, para que el caso se convirtiera en casi perfecto...
Pero el tiempo pasó...
Y la escasa correspondencia que recibíamos (y no por culpa de Montes de Oca) se cortó a mediados de 1980 con una misiva proveniente de Tambores, otra pequeña localidad al norte de Achar. En ella, don Leonel nos informaba que se había mudado allí pero aquello que "suponíamos del cráter" había arrojado sus frutos: 4,700 kilogramos de material "duro como el acero y liviano como el aluminio" era el premio rescatado por esta gente uruguaya, merced a su esfuerzo y tesón.
De allí en más, una sola idea daba vuelta por mi cabeza: volver a Tacuarembó... y máxime ahora, donde me aguardaban unos gramos metálicos de ese OVNI de 1973. Pero el tiempo inexorablemente seguía transcurriendo y las cartas no llegaban a destino. En más de una oportunidad, estuvimos a punto de viajar, a punto, solamente.
Y 15 años no es nada...
Pues a mediados de 1988 organizábamos la denominada "Operación rescate". Quizás el título pareciera sensacionalista, pero la investigación posterior lo ratificaría. Ocurre que al no tener contacto epistolar con Tambores, no sabíamos siquiera si Montes de Oca aún vivía (físicamente), si se había trasladado o qué...
Por tanto, el 24 de Junio (¿les dice algo la fecha elegida?) partimos hacia Uruguay. Junto a Juan Izetta (F. A, O. La Plata), Claudio Visso (grupo CIFEP), Daniel López y Mario Ceperda (FAO Buenos Aires) y la asesora en Psicología/Parapsicología, Ana Pirali, iniciamos la ida en el móvil de esta última. Luego de interminables horas de viaje, de soportar la pérdida del cambio de la divisa a dinero uruguayo, de admirar el paisaje de los cerros y puentes de la ruta Paysandú - Tacuarembó, y de algunas anécdotas, por fin llegamos a Tambores. Y no fue difícil encontrar a Don Leonel. Bastó con preguntar si había en el pueblo algún interesado en los Ovnis para que la respuesta fuera contundente: "Allí enfrente vive Montes de Oca. El suele andar con esas historias..."
Y luego de la emoción del reencuentro, de la increíble amabilidad de él y su familia, de las primeras conversaciones, nos instalamos en el hotel que da justo frente a su residencia, que también es Oficina del Correo de Tambores, o sea, su lugar de trabajo. Pero hete aquí un hecho curioso, que verán posteriormente su importancia: la calle principal del pueblo divide a los departamentos de Tacuarembó y Paysandú. Es decir, que Montes de Oca vivía en Tacuarembó y nosotros estábamos en Paysandú...
Por la noche, asado mediante, comenzamos con la reubicación de los episodios a partir de 1973, los que podemos resumir así:
1. Desde 1978 a 1985 hay un período prácticamente nulo en avistaje OVNI.
2. Este se reactiva a partir del invierno de 1985, pero siempre en menor medida que antes.
3. A los pocos meses de partir nosotros, allá por 1977, excavaron y extrajeron efectivamente, los restos metálicos en cuestión...
4. Estos elementos no conservaban, una vez extraídos, magnetismo alguno (?).
5. Por aquella época, una vez se apersonó un coronel israelí junto a miembros de su embajada en Uruguay (?)... año 1978.
6. Nos ratificó, una vez más, la presencia en la "Estancia Churchill", de la región, de una comisión científica china que no permitían entrar a nadie (?)... año 1976.
7. Que hubo en aquel tiempo, encuentros con seres extraterrestres y que inclusive, él mismo, había tenido una experiencia de ese tipo (por ser un tema complejo y que puede o no tener relación, lo dejo para otra oportunidad).
8. Que por Tambores también habían ocurrido algunos descensos y que aún estaban las marcas (hecho que comprobamos al observar una "herradura", color verde, de unos 10 metros de diámetro, pegada a una alambrada, que debía tener cierto tiempo, pues ya se estaba borrando...).
9. Que solamente había un par de personas en el pueblo, interesadas en el tema, y que solía verse con la gente de Achar, distante a unos 140 km. al sur, pues estaban construyendo una edificación para el grupo investigativo, al que habían instalado un mirador para ubicar allí un telescopio (sin dudas, el espíritu investigativo seguía "vivo" en Don Leonel).
10. Que de los "metales" extraídos, le quedaban aproximadamente 1,500 kg. pues muchos se habían llevado pedazos...
11. Que le habían dicho que fueron analizados en el Ministerio de Agronomía y que resultó "un compuesto metálico con materia orgánica y restos poliníferos (?).
Sorpresas policiales
Pasada la medianoche, Claudio, Daniel, Juan y los hijos de Montes de Oca con otros chicos, se fueron al baile del pueblo. Claudio, que llevaba la cámara fotográfica, tomó un par de fotos de la reunión (orquesta, baile, etc.) y jamás pensó que "ese error de juventud" (frase que creo haber oído antes) le iba a costar tan caro. ¿Por qué? Sencillo. A la mañana, se apersonó un policía y me dijo que tenían que presentarse Claudio y Daniel. ¿El motivo? Habían sacado fotos sin autorización (?)...
Personalmente pensé que sería un trámite simple. "Un tirón de orejas y nada más". Pero me equivoqué. No sólo estuvieron demorados, sino interrogados de los pies a la cabeza, hasta el colmo de enterarnos que debían ser trasladados hasta el Juzgado de Tacuarembó, ya que si bien el baile fue en jurisdicción de ese departamento, la sub-comisaría estaba en el departamento de Paysandú y por ende, ellos tendrían que ser juzgados en donde habían cometido la falta (?)...
Pero evidentemente, había "algo más" detrás de este atropello. El oficial de turno me confiaba que "si no dejaba dos rollos de fotos no iba a salir de Uruguay (?)…"
Luego de idas y venidas, de haberse arruinado el viaje en parte y de cambiar un rollo por otro sin usar (trajimos sólo uno) y entregárselo a la policía, tomé la decisión de partir junto al resto del equipo, no sin antes confiar en la ayuda que podía brindarles Montes de Oca a los chicos, ya que el Correo estaba frente a la sub-comisaría y con la palabra del oficial de turno de que al día siguiente, lunes, una vez tomada la declaración iban a partir.
El regreso
En ese estado de cosas, y con la "mano medio pesada" emprendimos súbitamente el regreso. "No vaya a ser cosa de que estos milicos se enteren de que tenemos algunas piezas metálicas..." fue el pensamiento, al unísono, de todos. Es evidente que nuestra presencia en el lugar, había motivado entre los policías cierta inquietud. No sabían muy bien que habíamos ido a hacer por aquellos parajes, ni pensaron jamás que teníamos los metales. Sin dudas, algo de Ovnis era su preocupación, pero no era para tanto, ya que de haberlo sabido "todavía nos están corriendo..."
Con el único rollo de fotos que nos quedaba, en un bolsillo de mi campera, y con los restos del objeto regalados por Don Leonel, en el otro, raudamente el auto se desplazó por la ruta hasta que… la alconafta se agotó. Se hizo de noche y con los metales y rollo en mis bolsillos, solicité a no menos de veinte automovilistas, "algunas gotas de combustible...". Y entre uruguayos y algún brasileño, nos facilitaron la llegada a Paysandú. "Si pasamos el puente, seremos felices", escuché que alguien del grupo dijo. Y pasamos, no sin antes las lógicas preguntas de rigor en la Aduana: "¿Qué llevan?". A lo que respondí: "Nada importante. Restos de un PLATO VOLADOR...".
Y con el coche semi-fundido llegamos a Buenos Aires. Atrás quedaban los chicos, al que dos días después largaron, no sin antes pasearlos de comisaría en comisaría, deambulando por territorio desconocido. Según Daniel, le hizo recordar la película "La noche de los lápices" (desaparición de estudiantes). Qué paradoja resultó el viaje. Por un lado, "estos resabios de la dictadura uruguaya", y por otro, la amabilidad de la gente del pueblo de Tambores, más herrero que rural, con sus escasos 1500 habitantes y nacido a fines de siglo pasado con la llegada del ferrocarril, debiendo su nombre o bien a la forma de tambor de los cerros o bien a los ruidos percibidos en una cuevas entre el arroyo Blanquillo y el río Queguay, a unos 4 km. del pueblo, que semejan precisamente, a efectos tamboriles...
Los análisis
Una vez instalados nuevamente, el estudio se orientó a determinar el compuesto de las piezas, por lo que primeramente le hicimos nuestro propio análisis:
Nº de piezas traídas 3
Peso (gramos) Medida (centímetros)
Pieza 1 10,94 3,8 x 2,6
Pieza 2 41,61 6,0 x 4,0
Pieza 3 113,08 10,3 x 6,0
Peso total (gramos) 165,63
Porcentaje del total de 4,700 kg. 3,51 %
Detección de sometimiento calórico Positivo. Presencia de burbujas.
Detección de magnetismo Negativo. Contradice la comprobación de 1973 (?)
Detección de radiactividad Negativo
Elemento químico No determinado. Se asemeja al aluminio.
Con tan poco elementos de juicio y con muchas dudas e inquietudes, nos dirigimos a realizar en dependencias idóneas, los primeros análisis científicos, cuyo arancel fue de A 300 (Trescientos Australes)… ("nadie te regala nada en la viña del Señor...").
Institución Instituto de Geología Aplicada (INGEA) de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, de la ciudad de La Plata
Catedrático responsable Licenciado Raúl E. de Barrio, geólogo, matrícula 1418
Examen mineralógico 1. Rayos X2. Microscópico-calcográfico
Rayos X: Análisis difráctométrico por método del polvo, en difractómetro marca Rigaku, con tubo de cobre y filtro de níquel, a 1000 cps de escala y tiempo 1.
En el diagrama resultante se observa nítidamente 3 picos de intensidad correspondientes al Aluminio, según la ficha A. S. T. M.
Otro pico de menor intensidad, correspondiente al Titanio y un tercer pico, de muy baja intensidad, con valores no determinados.
Estudio calcográfico de probeta pulida: Se realizó un corte de feta de la muestra e inclusión en resina sintética, a los fines de hacer su devastación y pulido final, con abrasivos especiales y pasta de alúmina.
Se identificaron tres fases sólidas:
1. Un material de alta reflectividad, baja dureza y color blanquecino, que corresponde al Aluminio y es la base fundamental de la aleación.
2. Un material de mediana reflectividad, duro, gris azulado, que correspondería al Titanio.
3. Un material duro, de mediana reflectividad, gris blanquecino-azulado, que correspondería a las menores proporciones de la aleación.
Como resumen, entonces, podemos decir, que:
1. Los elementos son ARTIFICIALES, o sea, fueron construidos en laboratorios...
2. Que fueron sometidos a más de 660º C, pico donde comienza a fundirse el Aluminio.
3. Que el primer punto "INVALIDA" la posibilidad de que se tratase o bien de ALGO NATURAL DEL TERRENO o bien de un METEORITO, o sus restos (ausencia total de hierro).
4. Se nos recomendó realizar análisis complementarios específicos.
Por tanto, pasamos a otra entidad científica:
Institución Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata
Área Laboratorio de Metalúrgica del Departamento de Mecánica
Catedrático responsable Ingeniero Alfredo C. González
Exámenes 1. Composición química2. Análisis metalográfico
Análisis químico:
Al 84,70 % Aluminio
Mg 5,50 % Magnesio
Cu 4,50 % Cobre
Si 3,90 % Silicio
Fe 0,80 % Hierro
Pb 0,25 % Plomo
Ti 0,15 % Titanio
Mn 0,15 % Manganeso
Zn 0,05 % Zinc
Ni Trazas Níquel
Análisis metalográfico: Realizado con microscopio óptico en un aumento de 150 x y sobre una muestra sin ataque químico y otra atacada con HF al 0,5 %.
Como resultado se concluye que la estructura corresponde a una aleación fundida, con segregación dentrítica típico de este tipo de proceso.
Como vemos, este segundo análisis, si bien mantiene unas pequeñas diferencias con el primero, especialmente en la proporción de Titanio, corrobora lo de la aleación artificial fundida y da mayores precisiones.
Pero para una mayor seguridad de lo actuado, le realizamos por intermedio de un asesor científico de nuestra Fundación, el profesor José Marengo ( ya fallecido), que cumplía funciones en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Buenos Aires, una tercera verificación, que ratifica las anteriores:
Institución Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)
Sección Difracción de Rayos X, Laboratorio de Microanálisis
Técnica utilizada Microsonda electrónica (SX 50)Va = 20 KvIm = 30 nAXtal 1 = PETXtal 2 = TAPXtal 3 = KAPXtal 4 = ODPB
Resultados: Se realizó un barrido con cada uno de los detectores a lo largo de todo su recorrido, con el objeto de detectar la composición de una muestra metálica. Se detectó la presencia de Aluminio como elemento fundamental, comparando cualitativamente su concentración con la del patrón, siendo sus niveles aproximadamente iguales.
Como vimos, la etapa de los análisis concluyó, pero lo más resaltante es que muy pocas veces en Ovnilogía se muestran exámenes de esta índole, claros, sin misterios, firmados por sus responsables y las entidades, corroborados varias veces, en fin...
Los investigadores están acostumbrados a que les vendan, resultados "sorprendentes y sensacionalistas". "Los análisis dijeron tal cosa...", se suele leer y escuchar. Pero ¿dónde los hicieron? ¿Quién los avaló? ¿Cuántas firmas responsables hay? ¿Cómo comprobamos su veracidad? etc., etc.
Señores, aquí tenemos una Facultad, un MUSEO y un ORGANISMO OFICIAL que dieron su veredicto.
¿Cómo que no hay nada extraterrestre? ¿O acaso Ud. pensaba que los estudios iban a arrojar elementos "desconocidos" en la Tierra? O que algún catedrático me abrazara y dijera: "Lo felicito, Burgos, esto es de otro planeta…"
A no confundirse, tal vez jamás estos estudios concluyan así. Los que evaluamos o no, la hipótesis extraterrestre, somos los que investigamos los hechos. No debemos caer en el facilismo de lo misterioso, de lo enigmático, de querer introducir nuevos elementos a la Tabla Periódica de Demetrio Mendeleieff. El Universo se compone exclusivamente de esos elementos y sus derivados, con mayor o menor pureza...
No esperemos de la ciencia clásica declaraciones de "pruebas extraterrestres" pues ni estos metales, ni los famosos hongos, ni la mayor o menor radiactividad y/o magnetismo, "prueban o comprueban lo extraterrestre", que por otra parte, es UNA alternativa de las varias que se manejan, para explicar el origen del Fenómeno OVNI. Lamentablemente, en Argentina, son pocos los análisis serios efectuados sobre evidencias físicas y pocos los que pensamos así. El caso Tacuarembó, prácticamente perfecto, nos mostró la "punta del ovillo…"
Fin
FOTOS ORIGINALES QUE ME FUERON CEDIDAS JUNTO A LA INVESTIGACIÓN. (algunas de ellas con claros signos de deterioro. Para verlas en su tamaño original hacer click sobre la foto).
Luis Burgos en el programa de Roberto Petinato "Un mundo Perfecto" de América Televisión. En parte de la entrevista se muestran los objetos metálicos hallados en las investigaciones
RELACIONADOS - TAMBORES INVESTIGACIÓN O.V.N.I. domingo, 27 de noviembre de 2011
DON ITALO SUEIRO: HISTORIAS DEL MÁS ACÁ Y DEL MÁS ALLÁ
Era una tarde hermosa en San Gregorio, algo fría, pero que desentonaba con las otras de este invierno, que ha sido cruel con los Uruguayos. Faltaban cinco minutos para las cuatro y mi entrevistado ya me estaba esperando. A medida que me acercaba a la plaza, lo buscaba con la vista. Varios transeúntes pasaban por la concurrida esquina, pero uno se destacaba: de campera celeste, pantalón marrón, buzo azul y una gorra, don Italo Sueiro, escrutaba, al igual que yo, la plaza donde habíamos quedado de encontrarnos. César Sueiro, su hijo de 16 años, había concertado la entrevista un tiempo atrás. Conocedor de mi pasión por las historias que aquí nos reúnen, César me comentó que su padre, ya muy anciano, había sido protagonista de varias de ellas. Decidido caminé al encuentro de aquel hombre bajito, algo encorvado, que me recibió con un gesto afable. A primera vista anticipé que iba a ser una tarde muy interesante; lástima que no había podido aprontar el mate.
Mientras nos presentábamos, invitaba a Italo a tomar asiento en un banco, ya que lo veía visiblemente agitado. Por un momento debo confesar que me asusté; César me había comentado de sus problemas cardíacos. “Pero don Italo no se hubiera molestado en venir tan rápido”, le dije, ya que había llegado diez minutos antes de lo pautado. Con las maneras de un hombre sencillo y educado (gestos que disfrute durante nuestra reunión), me dijo: “Cómo iba a hacer esperar al hombre”. Mientras recuperaba el aire y se excusaba una y otra vez, aprovechaba yo, para contemplar sus manos marcadas por una vida que lleva ya 78 años. Todo en Italo translucía las huellas de una generación, que lamentablemente pasó y que los jóvenes no saben aprovechar.
Después de agradecerle por su tiempo, intenté explicarle el porqué de la charla que quería tener con él. De la forma más rápida y sencilla que pude, le hablé sobre el blog y dejando de lado las “cosas técnicas del hoy”, le dije que estaba muy interesado por las historias que tenía para contar. “Mire que todo lo que tengo pa’ contarle, es verda, porque yo las viví y a mí me gusta que me hablen con la verdá”. Con estas palabras, empezó a narrar, espero serle tan fiel como sea posible. Le solicité permiso a Italo y comencé a grabar.
UNA FAMOSA ACOMPAÑANTE.
“Mi padre faltó en el 52, ahí yo era un muchachito joven y mi tío habló con mi madre y me llevó por… un tiempo hasta cuando yo quisiera estar… pa’ la Cuchilla del Aguará, ahí, al lado de Paso de Perez, arroyo Malo Arriba,
pa’ ca de Tambores y pa’ delante de Curtina. El tropeaba (el tío). A mí no me llamaba sobrino por culpa de los dos botijas; tanto él como la señora. Vos “primo” no salgas…no te voy a llevar en esta oportunidá, voy a ir solo y vos te quedas con la Lira…la mujer del (su tío). Y…hacé los mandado y si te animás tirá las vacas…la puntita de vaca. Tenía unos caballo que había dejado en el tal Quillaí ese.”
Después de haber vivido por un tiempo con sus tíos, Italo, aún muy joven, quedaba a cargo de las tareas del campo, tareas menores, pero que le transformaban de inmediato “en el hombre de la casa”, ya que su tío, Pedro Sueiro, se ganaba la vida tropeando ganado durante varias semanas e incluso meses. En esa oportunidad, su responsabilidad, era el ganado que su tío tenía en la zona que llaman Quillaí o Paso Quillaí. Pero “el Primo”, como le apodaban sus tíos, después de tres noches de firme vigilancia, decide darse una “escapadita” hasta Piedra Sola, un pueblito no muy lejos de Villa Tambores (48 kilómetros al sur-oeste de Tacuarembó, en el límite con Paysandú).
“Cuando me vengo, ya había pasao tre día sin ir a la casa de la tía y bueno tenía que ir a la casa…pa’ hacerle saber cómo estoy, cómo no estoy y cómo están ellos también. Agarré un caballo arisco, malo. Lo ensillé, le apreté las rienda y le di unas remolineadas, como decimo nosotro los criollo. Eran como las 10 o las 11 por ahí, la luna no taba clara pero no taba oscuro tampoco”.
En ese momento del relato don Italo se paró y continuó como si reviviera lo que le sucedió tantísimo tiempo atrás. Sin dudas captó mi atención. Escuché cómo describía el “paso” por donde debía cruzar con su caballo. Con sus manos moldeó y le dio forma al lugar donde el arroyo se volvía una sutil corriente. Un “pedregal” poblaba el fondo de aquella parte del arroyo y del otro lado se levantaba una barranca que debía “remontar”.
“Había oído hablar de esa mujer que saltaba al anca del caballo; no a todos, ni siempre, pero… yo no pensé…en eso…A mí nunca me había pasado y yo ya sabía que estaba allí y había pasado otras oportunidá. Nunca pensé que la sentiría, pero el caballo se hizo así” (en ese momento Italo, aún parado, casi parecía estar montado a su caballo, demostrándome cómo este se había inclinado levemente hacia atrás, como si efectivamente alguien se hubiera subido durante el trote)….”Yo tenía buen arma, buen revólver, buen cuchillo de plata. Hago así y veo la mujer esa en el anca del caballo…ella no me tocó pa’ nada, no me avisó nada, yo sentí el caballo que se sorprendió…y donde volteé la vista…vi el vestido. Ella venía en el anca del caballo, no en el recado, pero no le hice nada ni le dije nada. Tampoco me llamó mucho la atención, lo taloneé (al caballo) y allí adelante había una portera ma’ o meno’ a dos cuadras, dos cuadras y algo. Tenía esperanza que en la portera se iba a ir, era de abrir de arriba la portera. Cuando me agaché para agarrar la portera ya no la vi ma’…crié coraje y volié el caballo pa’ ver si todavía iba conmigo, sin embargo no”.
Italo había retomado su lugar en el banco. Aproveché este punto del relato para plantear una pausa, aclarar algunos puntos y profundamente intrigado le pregunté: ¿cómo era esa mujer?, ¿cómo iba vestida?, ¿cómo era su piel?. La memoria prodigiosa de Italo la recuerda vívidamente: sentada sobre el anca del caballo, llevaba manos y pies extendidos. Su piel era muy blanca y no llevaba guantes ni medias. Nunca pudo verle la cara, ya que como dijo varias veces, él nunca volteó, solo la vio de “reojo”. Pudo distinguir, sin embargo, un largo velo que caía sobre su vestido, el cual era “entero”, todo blanco.
¿Tuvo miedo? Le hice esta pregunta no solo por curiosidad, o porque estaba prácticamente obligado a formulársela, sino porque el solo hecho de escuchar la historia me producía un escalofrío, aún en la seguridad de la plaza y a plena tarde.
“No tuve miedo; ¿sabe por qué razón?; porque yo ya había oído por mis propios tíos, Pedro Sueiro y la Alira Pereira. Ya habían enfrentado eso y cuando…llegué a la casa, que llegué de noche, ella me conocía y me sentía, cuando yo me taba bajando del caballo, ella le dijo a los primitos míos: mirá ahí llegó el Primo…pero yo no li conté nada… ella fue la que me dijo…: “¿te corrió la mujer?”… Tuve en duda si decirle que sí o que no; le dije: mañana te cuento”.
Seguramente ésta escena transcurrió pasada la media noche. Después de la breve conversación, Italo se mostró reacio a comer, rechazando la invitación de su tía a pasar por la cocina donde había algo preparado. También rehusó dormir en un catre que solía armar dentro de la casa. “Yo voy a tender cama acá afuera”, le dijo a su tía Alira. Preocupada por la actitud de su sobrino, le recomienda una vez más tender su cama en la casa, porque afuera los mosquitos “no lo iban a dejar dormir”. “Yo lo que quería era despejarme”, me dice Italo durante su relato.
“Se jueron ellos a acostarse y yo me acosté en mi pelego. Al otro día me llamó ella temprano: levantáte que vamo a ir a la cocina a tomar mate. Tomamos unos mates…y le dije. “-¿Y que te hizo?” “-Nada” “-¿Y vos que hiciste…, le pegaste?” “-Todo lo contrario…yo jamás le dije una palabra” “-Lo bien que hiciste…, lo bien que hiciste en no meterte, porque los otro que se metieron quizá adonde están hoy, no existen, pero los cuento de ello quedaron. Inclusivamente uno era hermano de mi padrastro (hermano del padrastro de Alira Pereira, su tía); contó la historia pero desapareció”.
La tía de Italo no solo conocía a la mujer de blanco, sino que también parecía conocer las consecuencias de atreverse a enfrentarla. Además de mencionarle la extraña historia del hermano de su padrastro, que afirmaba desapareció sin dejar rastro, hizo también referencia a su propio hermano, quién después de “llevarle la mano” a la famosa mujer, habría quedado “loco”. Estremece el hecho de pensar lo que podría haber visto Italo, si su proceder en aquel momento hubiera sido otro. ¿Qué hubiera sucedido si “el Primo” llevaba la mano a su cuchillo de plata o su revolver? Le pregunté si en alguna oportunidad tuvo pesadillas con el episodio. Convencido me contestó: “no soñé con ella ni nada. Quizá que yo le hubiera hecho algo, como dice mi tía. Mi tío después preguntó varias veces, pero yo nunca le dije nada. Mi tía le contó”.
Aún hoy, en pleno siglo XXI, es normal que la gente de campo tenga reservas sobre esta clase de hechos o fenómenos. No es porque lo encuentren normal, todo lo contrario, es algo que creen que hay que respetar y por lo tanto no lo divulgan. Generalmente se lo cuentan a su familia o incluso lo reservan para sí mismos. “Yo respeto muchísimo”, decía Italo, en respuesta a ésta clase de experiencias.
¿Pero quién había sido esa mujer que una noche de luna clara montó el caballo de “el Primo”? Pues, lo único que sabe Italo es que: “ahí salía ese ser”. “No era a todas las personas… y no era en todo tiempo tampoco. Yo dispués me quedé varias veces del lugar que ella salía, treinta o cuarenta metros. Había un árbol de mataojo que nosotros le decimos. No sé si todos los cristianos tenemo el mismo pensamiento, porque si yo no hago mal a nadie, creo firmemente que nadie me va a hacer mal, ahora, si yo soy un hijo de mala madre o soy una persona que no tiene respeto, ahí quizá me sale una vez y me sale más”.
La historia de Italo me recuerda un capítulo especial de uno de mis programas favoritos, Voces Anónimas, que transmite Canal 12. En ella, innumerables testigos, aseguraban haber visto a la dama de blanco. Según contaban los vecinos, se trata del espíritu errante de una mujer, que en vida era muy bella. Enamorada se casa muy joven, pero ese sentimiento inicial se diluye, cuando siente que su marido se ha entregado a los vicios, olvidándose de ella. Sin embargo, su irresistible belleza despierta las pasiones de otro hombre hacia el cual también se siente atraída. No queriendo lastimar a su esposo y esperando que éste comprendiera, le espera una tarde para explicarle lo que sucedía, mas, enfurecido éste, arremete contra su joven esposa, decapitándola. Desesperado, entierra la cabeza, arrojando el resto de su cuerpo a un arroyo cercano. Así hoy, la que una vez fue una hermosa mujer, monta el caballo de los paisanos que atraviesan el paso.
Italo vivió siete meses con sus tíos, las personas que le dieron amparo y cariño. Transitó por semanas aquel camino, en el que una noche clara, le acompañara tan famosa y escalofriante pasajera. Seguramente, cualquiera de nosotros hubiera buscado la forma de eludirlo. Tampoco se nos hubiera ocurrido dormir afuera después de semejante experiencia, mucho menos hubiéramos tenido el temple para mantener la marcha, cuando por el rabillo del ojo, vemos las manos y pies pálidos de la mujer de blanco. Ni pensar que decidiéramos acampar a metros de ese mismo lugar, bajo una noche bañada de estrellas, sabiendo que nos puede volver a visitar. Y bueno, eran otros tiempos, donde no había lugar para miedos, en los que ganarse la vida era importante y “hacerse hombre”, como dice Italo, casi una responsabilidad. Tal vez, el más valiente de los lectores, quiera aventurarse hasta los pagos del Quillaí y comprobar si es capaz de compartir un viaje, con acompañante tan singular.
LA CASA DE LA “MÁGICA”
Tres meses antes que Italo Sueiro tuviera su encuentro con la famosa Dama de Blanco, vivió con sus tíos, Alira Pereira y Pedro Sueiro, en una casa cercana a la localidad de Vallé Edén. El predio que habían adquirido sus tíos y donde estaba emplazada la casa tenía unas ciento treinta cuadras.
“Era una casa chica, con dos dormitorios, el comedor y el cuarto de huéspedes. Luego había un pequeño rancho (de paja) donde estaba la despensa y la cocina a leña. Muy linda casita, bien arregladita, tipo chalet. Pero resulta, que por lo que veían y aparecía tuvieron que irse (sus tíos). Dice que la casa esa la habían hecho los mágicos, los que te casaban con mágico y quedó mucho libro, mucho cable, mucho entierro... “.
Según parece, las personas que construyeron la casa (dos hermanos y la mujer de uno de ellos) practicaban o tenían conocimientos de magia (hechizería). Conocidos de estas personas habrían comprado el campo que finalmente arrendaron a los tíos de Italo.
Por aquel entonces, “el Primo”, de catorce años, pasaba el día ayudando en las tareas del campo (recordemos que su tío era tropero, tarea en la que invertía meses llevando ganado hasta el Río de la Plata). Llegada la noche, mientras su tía se iba a dormir al cuarto, Italo se acomodaba en un catre plegable, que armaba en el comedor, contiguo al dormitorio de sus tíos.
Se hacía de noche y el sueño de Italo se veía interrumpido por una extraña sensación; es que a “el Primo” le “tiraban las cubijas”.
“Ahí le pegué el grito: “-che tía, no me tire las cubijas porque no me deja dormir tranquilo” “-Si yo ya toy acá en mi cuarto mijo (le responde Alira)”. “Pero yo mi dispertaba y taba tapao. Entonce se levantó y vino donde yo estaba y dice: “-esto siempre pasó acá”.
Desconcertado y seguramente no acostumbrado a esta clase de cosas, Italo decide “mudarse” al “cuartito de las garras”, es decir, donde se colgaban las cinchas, bridas, bozales y demás elementos que componen la montura de los caballos. Además en esa pieza se almacenaba maíz desgranado, porotos y otros granos. Allí armó Italo su improvisada cama.
“Mi acosté. Llevé el catre arroyado, lo agarré, lo extendí y mi acosté. Pero al rato cuando me puse a dormí, se volcó la barrica de maí. “-¡Puaahh, que va a decí la tía mañana!...que yo andaba revolviendo.”
Italo abandonó el catre en busca de un encendedor a nafta. Pero… “no había caído nada, taba todo tranquilo. Ahí ya me entró, no a asustarme, pero a intrigarme. Me acosté de vuelta, cuando quise dormí cayó todita la herrería de trabaja en el campo”.
Cuando caen “los ganchos” y otras herramientas de trabajo, la preocupación de Italo pasaba por sobre todas las cosas y dentro de su innegable nobleza, por lo que sus tíos pudieran pensar sobre sus andanzas nocturnas, dicho en sus propias palabras: “los tíos van a decí que yo revolví esto, que voltié todo”.
Suficientes experiencias había tenido “el primo” por una noche. Tomó sus pelegos y se fue a dormir bajo el techo de estrellas, seguramente allí no iba a ser molestado.
“Cuando mi tía se levantó me encuentra a mí en el patio durmiendo”. Entonces doña Alira le pregunta a Italo si estaba asustado: “ni loco, ni asustao, pero me pasó esto y esto y ahí adentro no duermo má”.
¿Pero cuál era el origen de tales manifestaciones? ¿Tenían relación alguna con los antiguos moradores? De acuerdo a lo que recuerda Italo, sí. Aprovechando la visita de algún vecino que se aventuraba por allí de vez en cuando, don Italo “paró la oreja” y pudo enterarse de algunos detalles. Cohibido, con voz muy baja, casi inaudible, como si su tía estuviera por allí cerca y se sintiera avergonzado por escuchar algo que no debía, Italo recuerda que los vecinos contaban cómo los antiguos dueños les hacían “jugarretas”. Era común que al visitarlos, apenas franqueada la puerta, el visitante se encontrara con prendas íntimas dentro de los bolsillos. Para los vecinos era una sorpresa y hasta un hecho vergonzoso, para los dueños de la casa era motivo de risas. Sin embargo, nadie les temía porque no hacían nada malo, solo eran chistosos. ¿Pero cómo lograban sus trucos? ¿Eran ilusionistas? ¿A qué se refería Italo con los “cables” y los “entierros”?. Los paisanos de aquella época e incluso de nuestros días no tenían tiempo para esa clase de prácticas y, seguramente, tampoco interés. Ciertamente aquellas personas eran especiales.
La magia o hechicería se define como un conjunto de rituales que tienen el propósito de convocar espíritus universales, quienes cumplen las órdenes del mago, siempre y cuando éste conozca el nombre del espíritu y sus atributos. ¿Usaban estas personas dichas prácticas o conocimientos de alguna forma? ¿Es esa la causa de las actividades paranormales en la casa de los tíos de Italo? ¿Existe la propiedad actualmente? ¿Siguen las manifestaciones? Quedarán estas preguntas, en el tintero de la historia oculta, de la “casa de la mágica”.
EL OVNI QUE NO FUE
“Fue en el 49, yo tenía tal vez 15 años, la primera vez que yo salí a casá avestrú,…en el Paso Clara que le dicen, once, doce leguas de acá (San Gregorio)”.
Por aquellos años, Italo invertía meses en el campo, junto a siete compañeros, en la cosecha de la pluma del avestruz. En aquel entonces, no solo era un negocio rentable, sino que los hacendados creían que el avestruz consumía mucho pasto, vital para alimentar a su ganado. En la actualidad se ha comprobado que esto no es así, de hecho el avestruz es más carnívoro que herbívoro, ya que se alimenta fundamentalmente de insectos, gusanos e incluso de carroña. Para la cosecha de la preciada pluma se usaban hasta 70 caballos, al menos tres carros cargados de enseres y también vacas y ovejas que se faenaban para el asado. Para atrapar los avestruces, los jinetes las “arreaban” debiendo correr con sus caballos grandes extensiones de campo (por ello los llevaban en gran número). Después de arrinconarlas contra el alambrado, las llevaban hasta una de las esquinas, donde las esperaban los “agarradores” y los “cosechadores”. Mientras algunos hombres cercaban a los animales en una manga de malla (una especie de red de vollyeball), los “agarradores” preparaban al animal para que los “cosechadores” sacaran las plumas. Este era el trabajo de Italo. Finalmente, los clasificadores las acomodaban en uno de los tres carros que se llevaban. Las plumas eran en su mayor parte exportadas a Brasil.
“Estábamo en un campo, en un monte de espinillo. Esa noche que llegamos estábamo todo jugando un truco, una conga me acuerdo. Pero fue todo como…de golpe. Eran como las diez, once de la noche…un nueve de mayo, eso me acuerdo clarito. No había hecho un día feo pero no había hecho un día lindo tampoco”.
Italo vuelve a levantarse en el banco cómo lo había hecho antes y con un claro gesto sigue contando su historia: “…bajó una estrella y quedó como de día aquello. A todos nos sorprendió, a ellos que eran hombres hecho y derecho y más a mí que era gurí. Quedó todo iluminado, bien de día; duró un minuto o meno. El caballo que teníamo atado con cadena, disparó con estaca y todo; fue pa’ ya y vino pa’ cá y se cayó pero arrancó la estaca y arrastró cuanta vaca, oveja, yegua...”
Aquella estrella, que bañó los campos de Mingo Clariget con una luz cegadora, no solo sorprendió a los hombres, sino que provocó pánico en los animales. La historia comenzaba a ponerse muy interesante y para entonces me preguntaba: ¿habían visto Italo y sus compañeros un O.V.N.I. (concretamente, una nave extraterrestre)? “La luminaria fue un ratito nomá”, decía Italo mientras yo, mentalmente, formulaba mis hipótesis.
Instantes después que la “luminaria” transformara la noche en día, el patrón manda a aprestarse para ir a buscar los animales dispersos. “Qué le vamo a agarrá de noche, a oscura, si ya disparó con la tropilla. Yo no salgo nada, yo me voy pal fogón de vuelta, cuando haga de día salimo.”
Al amparo del fogón y después de “riflexioná” sobre el tema, los hombres llegaron a una conclusión: “é una estrella que se desprendió y eso fue lo que sonó como un trueno y ahí fue cuando se asustó la animalada”.
¿”Estrella que se desprendió?, ¿”un trueno”?, tal vez mis primeras hipótesis sí estaban erradas. Comencé a hacerle a Italo preguntas que se referían a la posición de la luz o si partía de algún objeto o punto en particular. Italo con total sencillez y sin tecnicismos, aseguró que él y sus compañeros apenas si habían alcanzado a ver la luz, que fue solo un momento. En palabras de Italo: “Vimos como un relámpago pero no había tormenta, quedó todito claro, era una bola…los que tábamo mirando pal este la vimó todito, la vimo que cayó y buummm y nada má….fue cuando el pingo viejo se asustó”.
Levantando las manos y riendo, Italo me dice que jamás se les ocurrió ir a ver dónde cayó semejante bola de luz, “y de noche meno”.
“Pero…no solo nosotros vimo, los mismo peones de estancia vieron, lejo de donde estábamo; tre kilómetro quedaba de donde…tábamo a la estancia, así que no fue allí que cayó, a nosotro nos representó que fue allí pero no fue allí.”
Lo contemplé a Italo por un momento, había hecho una pausa en su narración. Me costó reaccionar, por el hecho de que nunca había escuchado de persona alguna, un relato tan sincero, de aquello que hasta hoy día le parece un misterio y que para nosotros, inmersos en un mundo de ciencia, tecnología y lógica, nos es sencillo concluir, que se trataba de un meteorito.
“¡Ah claro, era un meteorito!”, le dije a Italo emocionado, cual si hubiera descubierto un misterio. Brevemente comencé a explicarle el fenómeno que él y sus compañeros habían presenciado: gesticulando mencioné tierra, atmósfera, fuego… pero me di cuenta que las palabras estaban demás, pude notarlo cuando Italo hizo un gesto con la mano diciendo, que él no sabía qué había sido aquello, repitiendo que había sido una estrella que se “desprendió”. Así lo vieron aquellos paisanos. No se imaginaron temibles platillos voladores o cosas similares, solo presenciaron algo que no comprendían y que era mejor olvidar.
¿Hubo algún otro testigo, que pudiera tener los conocimientos para comprender de qué se trataba? ¿Dónde cayó? ¿Podría ser localizado hoy en día? ¿Aguarda ese supuesto meteorito, en algún cráter en el medio del campo desolado?; difícil es que nadie se haya tropezado con él hasta ahora. Imagino que el lector podría hacerse también esta pregunta: ¿era un meteorito lo que Italo y sus compañeros vieron caer aquella noche?
EL RECADO DE ARROYO MALO
Una de las historias, que forma parte del imaginario popular en la “Península Dorada” (San Gregorio de Polanco), es la del recado de Arroyo Malo. Cuentan que a sus orillas, sobre un espinillo, cuelga un recado, mas no uno cualquiera; éste está embrujado o maldito. ¡Pobre del incrédulo que se atreve a sacarlo de su lugar o hacer uso de él! Se dice que hace unos años, un paisano que se encontró con el famoso recado, lo llevó hasta su casa, en el mismísimo San Gregorio. Pues al pobre paisano la noche se le hizo eterna. El infortunado (o afortunado en este caso), debió devolverlo a su espinillo cerquita del arroyo y así pudo dormir en paz.
¿Qué hay de cierto en ésta historia? Ésta fue la pregunta que le formulé a Italo aquella tarde que se escabullía lentamente. Me sorprendí, cuando dijo: “Yo lo conocí”.
“No está muy lejos de acá, estará a ocho leguas...en los campos de Itel Arias y parte de la estancia de Canapá, sobre el Arroyo Malo. Ahí murió un hombre que nunca se supo cómo murió o cómo lo mataron y después murió un tío mío que ta’ acá en el cementerio”.
Italo explicó que la muerte de su tío se debió a un paro cardiaco, pero…“al que mataron, a ese lo mataron a garrote”. “Era medio lobizón también, o se hacía el lobizón…Él no quería a nadie, pero a él nadie lo quería tampoco. Un día falto al trabajo, era sereno,…al otro día falto de vuelta; fue el patrón y dijo: pucha quién sabe pa’ donde fue, ¿se habrá ido pal’ pago del?, pa’ Clara. Fue y llevo otro sereno. Paso como ocho día y no aparecía...Un buen día, ese tío…que vivía…en el arroyo cortando paja…pa’ hacer carbón, vio un bulto de boca para abajo; ya estaba hinchado. Vio que era una persona, pero no lo toco ni nada, vino y avisó al dueño del monte, o sea al dueño de la compañía, que era Guillermo Saldaña”.
Poco después, de que el tío de Italo le comunicara al contratista su macabro hallazgo, comenzaron a reunirse en el lugar capataces, peones y personas del vecindario; no faltaron los clientes de la cantina local. “Yo también andaba metido, ya era grandecito. Entonce, vinieron la autoridá y ahí sí lo sacaron para afuera. Dicen que tenía machucones, la cabeza rota, también dicen que estaba todo pellizcao por los pescados; los pies, las piernas, las mano. El dotor que lo vio, el dotor Aroche, dijo que lo enterraran, que al mes arrecién iban a hacer la autosia. Allí nomá le hicieron la fosa y allí nomá lo enterraron, sin cajón y sin nada, en la barranca, con ropas y con unas cosas que tenía. Al me fueron devuelta y ahí lo mandaron desenterrá. Ahí, sí le hicieron la autosia”.
¿Por qué las autoridades decidieron esperar tanto? Solo se me ocurre pensar, que el enterrar el cuerpo, era la mejor forma de preservarlo ante la espera de un equipo más calificado para llevar a cabo la autopsia. Pero, ¿no se veían afectadas las evidencias? De hecho, el caso del pobre paisano muerto a garrotazos, no tuvo un culpable, al menos así lo recuerda Italo. Gracias a su prodigiosa memoria, podemos saber, que el apellido del infortunado era Benítez, mejor conocido como el “Zorro”.
¿Pero qué tiene que ver el recado del que todos hablan con la muerte del “Zorro”? Para ese año, 1948, del recado no quedaba casi nada. “Yo vi el recao, algunos pedazos vi”, contaba Italo. Las sucesivas inundaciones, el tiempo inclemente y otros factores naturales fueron acabando de a poco con el recado de Arroyo Malo. ¿Pero a quién pertenecía entonces? Nadie lo sabía exactamente. Se comentaba que había pertenecido a un paisano que también había muerto en el lugar, mucho tiempo antes del fallecimiento del “Zorro” Benítez, aunque no se tenía certeza de cuándo. Había quienes decían que lo habían matado, otros, que se había suicidado. Lo cierto es que eran sus cosas las que colgaban junto al recado, atadas con alambre al espinillo.
¿Era el recado la causa de tanta desgracia? Para Italo, no. El recado no tenía nada de anormal y no había sido el causante de tan trágicas muertes. Tampoco lo había sido de la muerte de su tío, quién había fallecido de un ataque cardíaco, a orillas del mismo arroyo, pero a varios kilómetros. Tampoco recuerda que el recado haya sido protagonista de otra historia similar.
¿Y qué hay del pobre paisano que se lo llevó para su casa? Italo no tiene memoria de que esto haya pasado. Tampoco es probable que haya ocurrido después, ya que para entonces, del recado, solo quedaban tiras y cuero en descomposición.
Dicen que toda leyenda tiene algo de verdadero. Por ahora podemos estar seguros de que: el recado que antiguamente colgaba de un espinillo sobre Arroyo Malo, fue testigo de al menos dos muertes, la de su dueño y la del “Zorro” Bénitez. Tal vez el paso del tiempo pudo acabarlo, pero su historia perdura en la memoria de personas como Italo Sueiro y se transmite hoy, de boca en boca, transformándolo en leyenda.
LOS ZORRILLOS Y EL TESORO
“En el 51 yo taba en Zamora, pa’ cá del Paso de la Laguna que le llaman, en la estancia del “negro” Mautone. Era un muchachito joven. Yo trabajaba en la estancia y mis dos hermanos en el puesto que quedaba a dos legua o tré, rumbo al Paso de la Laguna. Yo tenía una dragona, una novia…por Clara. Trabajé… y me tocaba salir…iba a ver a la dragona. Era tarde y le avise al capaté José Martin: mire que yo voy a salir mañana. Me bañe, me afeité y a las tres de la mañana yo taba con el caballo ensillao. ¡Un caballo loco!, malo que daba miedo”.
En el puesto, Italo pasa un rato con sus hermanos y su cuñada. A las tres de la mañana, el corazón pudo más que el cansancio. Montó su caballo, “malo que daba miedo”, y salió al “tranco” rumbo a la casa de la “dragona”.
“A los tres kilómetros de la casa de ello, me encuentro con dos zorrillo. Taba clara la noche. Dos zorrillo acollarado con una cadenita de plata;…yo la veía de plata, pero como le dije a este hijo (a César): ¿pero quién puede creer, quién puede hacer una cosa de esa, agarrar dos zorrillo, acollararlo y largalo? Los vi clarito, yo agarraba pa’ ya y ellos me atajaban y agarraba pa’ ca y me atajaban también. ¡Ah bicho podrido!, me van a miá todo y voy a ir todito miado pa’ la casa de la novia. No los aguanté, eche pa’ tra y salí por allá pa’ delante. Dispués que pasé, que si mi fue eso, pensé: pero yo tenía qui habe marcao el lugar; pero el caballo no me dejaba, si yo me bajaba, el caballo no me iba a deja subí ma”.
Cuando Italo llega a casa de su novia, se apresta para tomar el primer mate de la mañana con su suegro. Sentados al lado del fogón, decide, no muy seguro, contarle su extraña historia.
“-Si yo le cuento una cosa, usté va a decí que es mentira… y es muy cierto. En tal y tal lugar que yo venía ahí de madrugada, me salió una collera de zorrillo, con una cadenita de plata, los do zorrillito negro, con la raya en el lomo, todo. “-¿Pero te mearon?, che” (pregunta el suegro). “-No…al contrario, sacaba el caballo pa’ tra, pa’ delante, pero siempre seguían adelante”. “-¿Y vos marcaste el lugar?” (preguntó su suegro). “-No, pero me parece que sé bien a donde e’”.
El suegro de Italo, demostrando mucho interés por la historia, le pregunta cuando pensaba marcharse, proponiéndole buscar a los zorrillos que su yerno había visto solo unas horas antes. Pero Italo no estaba seguro sobre el día de su partida, “-mañana o pasado”, le responde. “-No tengo fecha pa’ irme”.
Dos días después cargaron un carro con herramientas y partieron al encuentro de los zorrillos “acollarados” y su morada, pero lamentablemente, la búsqueda fue infructuosa, no pudieron encontrar ni rastro de los zorrillos o su cueva. Pero la aparición no fue exclusiva de Italo, por lo que pudieron saber más tarde, muchos otros paisanos también habían visto a la pareja de zorrillos.
“A los tres o cuatro mese, vinieron los que le tocó ese campo y ¡maldita la hora que el hombre vino a hacer la estancia arriba del tesoro! Los albañile vinieron, abrieron el cimiento y encontraron la olla de plata y oro. A todo el mundo le llamó la atención; ahí estaban los zorrillo, los zorrillito acollarado. Pero no era zorrillo, era el tesoro que taba ahí”.
¿Habrán querido los zorrillos, mostrar a Italo, el camino al gran tesoro? Las historias de “luces malas”, que conducen a un increíble botín a aquellos que se atreven a seguirla, pueblan nuestra campaña. También están las de aquellos no tan favorecidos, que se ven espantados por una visión espantosa. ¿Era “el primo” el hombre indicado para dar con el oro?
Mientras charlábamos, la prodigiosa memoria de Italo me llevó al lugar que transitó, hace ya tantos años. Era cerca de la estancia “La Rosada”, “pa’bajo”, en la zona de Montevideo Chico “que le dicen”, en Paso de la Laguna.
¿Cuántos tesoros esperan la persona indicada para desenterrarlos? ¿Seremos algún día los elegidos de esas visiones que protegen los valores de nuestros antepasados?
AFORTUNADO…CON FORTUNA
Entre Clara y la Hilera, “en la zona que nosotro llamábamo El Zambullón”, Italo cumplía, como tantas otras veces, su oficio de peón. Su patrón, un Montevideano de familia reconocida y buena posición económica, había adquirido allí una estancia, empezando de inmediato la reforma de la vieja casona que habitaba la antigua familia. Entre el equipo de albañiles contratados para la tarea había un joven, “de poca capacidad” (en palabras de Italo). Cierto día, el capataz de la obra le encarga la tarea de picar las paredes de una de las piezas, que otros albañiles revocarían más tarde.
“Entonce dice que él empezó a sentir con una piqueta como a hueco. Picó…picó, derrumbó y vio tres tarro de lata. Destapó…purita ficha había”.
¿Qué eran las “fichas” a las que se refería Italo?. Según me explicó, era la forma de pago habitual que recibían los esquiladores, de acuerdo a la cantidad de animales que pudieran esquilar en su jornada laboral. Sin embargo, continuando su relato me dijo: “Pero no eran ficha, eran todo moneda de oro, libra esterlina. Tres tarro lleno de esto”.
Pero las tareas de Italo lo mantenían ocupado en el campo casi todo el día, ¿cómo pudo conocer entonces detalles de lo acontecido?
Pues por los “rumores”, como expresa el mismo Italo. Esto no es difícil de creer cuando se tiene en cuenta el contexto y la época. Eran tiempos en los que todos se conocían y mientras corría el mate entre la peonada, las experiencias del día se compartían con los demás. Pero este hecho no queda nublado por el simple rumor, Italo asegura haber visto el hueco en la pared y los tres tarros (ya vacíos) que describe como sencillos, sin adornos y hechos “como de lata”.
Pero, ¿qué pasó con el oro, el patrón y el albañil? Los tres partieron en una avioneta que llegó desde Montevideo, dándole “letra” al personal para que formulara sus propias conclusiones, que por cuestiones, que espero, el lector sepa entender, he preferido omitirlas, como también he omitido el nombre del estanciero, que Italo no tiene problemas en recordar.
Los vecinos más antiguos de la zona contaban que la estancia había pertenecido a una familia acaudalada y que habrían sido sus últimos habitantes los que confiaron tan fabulosa suma a las paredes de su hogar. Poco después del hallazgo el terrateniente montevideano compró otras seis estancias en la misma zona.
Las historias de “ollas de oro”, rebosantes de monedas antiguas o joyas familiares, son comunes en el imaginario popular y puede decirse que son parte de nuestra cultura criolla. Pero muchas han dejado de ser meras “historias”, así lo prueban hallazgos recientes en nuestra mismísima ciudad, así como las decenas de testimonios de los “cazadores de tesoros”, que han realizado a través de los años interesantísimos hallazgos. Espero poder acercarles en algún momento alguna de estas historias.
No es difícil imaginar a nuestros antepasados, enterrando sus más valiosas pertenencias, en cofres de madera, bolsas de piel o en las famosas ollas y marmitas, las más elegidas, por estar forjadas en un material resistente al inclemente paso del tiempo. Pero, ¿por qué lo hacían? La inseguridad, la inexistencia de bancos o el difícil acceso a éstos por parte de los habitantes del interior de nuestra república, guerras civiles o simplemente la más absoluta desconfianza, podrían ser algunas de las razones. Se cree que la mayoría de estos tesoros aguardan por ser descubiertos.
LA LAGUNA DE LOS MULATOS
Uno de los tantos trabajos que realizó Italo lo llevó a tierras Isabelinas, a Paso de los Toros, a una estancia de vastas tierras, sobre el lago “Rincón del Bonete”. Entre otras actividades, propias al campo, en esta estancia también se producía carbón, destinado a la Asociación de Ferrocarriles del Estado (A.F.E.). Como en tantas ocasiones, Italo oficiaba de peón. Según cuenta, en una gran laguna, no muy lejana al casco de estancia, fue testigo de una extraña visión. Es que según aseguraba la mayoría de los empleados, allí se podía ver, de tanto en tanto, a tres mulatos bailar sobre la superficie del agua. Mas, eso no era todo, cerca de la orilla les esperaban tres perros bulldog. Ningún peón se atrevía jamás a meterse con los mulatos o los perros. Sin embargo, un recién llegado, que había escuchado como todos la historia de sus compañeros, juró que si se encontraba con los famosos mulatos, les iba a llamar la atención “de a palos”.
Sucedió, que en una oportunidad, en que al nuevo peón le toca su recorrida por el campo, a poco de la partida y llegando a la conocida laguna, se encuentra con los mulatos bailando sobre la superficie del agua más los tres perros que les esperaban en la orilla. Confiado en su entereza, el arrogante peón arremete, increpando a los negritos. “Fue y les llevó la carga nomá, pero resulta que los perro le avanzaron. Un negro le agarró las riendas del caballo, el otro lo cazó de una pierna, y el otro lo bajó…y el malo, el bravo se desvaneció. Cuando se dio cuenta, a los dos días taba en la estancia. Las “garras” taban en el caballete como taba acostumbrado a tenerlas. ¿Quién lo llevó a la estancia, si taba como a tre o cuatro kilómetro? ¿Quién le abrió las portera?”.
“La mágica estaba en la estancia también”. He aquí la explicación de Italo. Otra vez me encontraba sorprendido por la mención de esta suerte de “poder”. Busqué la forma para que Italo me contara más sobre la “mágica” y su relación con la aparición. Entonces me comentó algo que despertó mi curiosidad aún más: “el patrón decía la palabra y salía pa vario de nosotro. “Quién ma’ va a tener un equipo de eso allí adelante, a no ser el patrón; un equipo de eso… de la mágica. La mágica según me han hecho entender, es un equipo, allí adentro de esos campo, ahí hay un equipo. Parece que trabajan con azufre, que tienen cable por todo lado. Así hacen representá todo lo que ello quieren representá”.
He consultado con varias personas, recabando diferentes opiniones y todas apuntan a que seguramente estos fenómenos tienen relación con algún tipo de alta magia; hechicería. Insistió en que la gente que “trabaja con la mágica” lo hace a través de libros y el uso de azufre, al menos es lo que más recuerda. Tampoco podemos pretender de Italo explicaciones técnicas de un fenómeno que no le interesaba investigar y que para él no tenía ningún provecho, más que perder su trabajo. No olvidemos también el profundo respeto que siente por estas cosas.
Si el patrón de Italo era, de hecho, responsable por la aparición, como afirmaban él y sus compañeros, ¿usaba alguna especie de equipo que le permitiera crear efectos como los de hoy día? Difícil, esos equipos aún no existían por aquellos años e incluso hoy, son exclusivos y muy caros. Tampoco deberían ser capaces de crear imágenes en tres dimensiones tan reales como para que una persona las confunda con un ser viviente. ¿De dónde venía entonces la visión? ¿A qué equipo se refería Italo? ¿Serían los mulatos y sus perros parte de un pasado que se repetía para la eternidad? Lo cierto es que solo en la memoria de Italo han quedado impresos esos recuerdos que hoy nos llegan a través de su testimonio.
Para ir cerrando su ronda de relatos, bajo el cielo de la tarde que se nos iba, Italo me refirió otras pequeñas historias sobre la “mágica” y la “península dorada”, pero son de esas historias que prefiero guardar en el tintero, al menos por ahora. Agregó luego que “eso era lo que pasaba allá en Valle Edén”, refiriéndose a la experiencia que vivió junto a su tía.
Por último quiero agradecer a César Sueiro por ponerme en contacto con su padre y por demostrar siempre un interés por estas cosas de lo “oculto”. Hay que saber apreciar lo que nos cuentan aquellos que han vivido décadas, sus testimonios son mejores que todos los libros. Hace mucho tiempo que deseaba charlar con un “abuelo” cuyas magníficas experiencias pudiera inmortalizar a través del blog. Espero les guste tanto como a mí. Finalmente más que agradecer, quiero dedicar un abrazo grande y este humilde artículo a la maravillosa persona de Don Italo Sueiro.
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